martes, 7 de febrero de 2012

La verdadera felicidad...*

Un día mientras caminaba cabizbaja por el parque, quejándome de lo injusta que era la vida, lo poco que duraban los buenos momentos y lo mucho que duraban los malos, me pare a observar a los niños, me llamaba la atención ver como jugaban, como si en cada juego les fuera la vida, como si lo único importante fuera ganar o perder. 

En ese momento, se me acerco un anciano y me dijo:

+ ¿Te gustaría volver a ser pequeña, verdad?-

Yo asombrada, levante la mirada para ver si conocía a aquel anciano, pero no me sonaba de nada, sin embargo no me importaba, necesitaba hablar con alguien, expresar lo que sentía.

-  -Sí, no lo dudaría ni un instante, son tan felices y no tienen ninguna preocupación.-


+ Y solo por eso, ¿crees que merece la pena ser niño otra vez?-

- -Sí, me gustaría volver a esa etapa de mi vida, y congelar el tiempo para ser eternamente una niña, sonreír simplemente por el hecho de ver a mi madre y que mi mayor preocupación fuera perder en cualquier juego.-

+ Es curioso, todo el mundo dice eso. Pero no se dan cuenta, que es necesario crecer, madurar y experimentar todo lo que nos puede dar la vida, hay muchas cosas que los niños no pueden apreciar, y que conforme crecemos vamos experimentando y al final, son el motivo de nuestra felicidad.
-         
   - Los niños también son felices, a su manera, pero lo son.-

+ La felicidad de los niños, es una falsa felicidad, un niño no sabe que es realmente la felicidad, no sabe que es sentir que una persona estará ahí pase lo que pase, no sabe cuánto puede necesitar un simple abrazo de esa persona que da sentido a cada día de su vida, e incluso no sabe que los padres pueden aportar mucho más que un simple beso de buenas noches. Y es que para saborear la verdadera felicidad, hay que crecer, madurar y experimentar.

En ese momento, no supe que decir, nunca lo había visto de esa manera, siempre había pensado que quería volver a ser niña, para ir con aquellos niños sin preocupaciones y aparentemente felices, pero no había querido ver la realidad, y es que todos hemos sido niños alguna vez, pero ese momento ya paso, y ahora es el momento de vivir, de apreciar cada instante y sobre todo, de ser felices, de sentir la verdadera felicidad, esa que un niño no puede apreciar.


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