Tenía que acudir esa mañana, era una cita decisiva, no podía fallar. Me sentía nerviosa e inquieta más que nunca, pues tenía miedo, mucho miedo. Al llegar allí, me toco esperar en aquella sala, que parecía sobria y fría, intentaba distraer mis pensamientos, pero todo fue en vano, ya que nada podía sacarme aquello de la cabeza, por fin me llamaron. Arrastrando mis piernas conseguí entrar, y allí, en aquel lugar pude ver mi destino...
-Lo siento muchísimo, estábamos en lo cierto, es grave…
-¿Cuánto?
-Unos meses de vida...