Una rosa blanca...*

Me desperté con los rayos del sol que entraban por la ventana, y empecé a escuchar el leve sonido del piano que venía de la otra habitación. Abrí los ojos, y vi encima de la mesa una rosa blanca y una nota, sonreí, seguro que era de él. Me levante ansiosa hacia la mesa, cogí la nota y la leí: Te amo Lucia, hoy es nuestro día. Se había acordado, siempre me hacía pensar que se olvidaba pero luego siempre me sorprendía. Cogí la rosa y la olí, me encantaba ese olor, igual que estar a su lado. 

Rebosaba de alegría,  con inquietud fui hacia la otra habitación, guiada por el sonido de la melodía, y allí estaba él, tan increíble como siempre, tan apuesto e interesante. Me detuve unos segundos a mirarle, me costaba contener mis ganas de darle un inmenso y largo abrazo seguido de un dulce beso, pero quería grabar su imagen en  mi memoria por siempre, pues quién sabe cuánto duraría este sueño. Entonces, noto que estaba allí y me dijo: Acércate quiero enseñarte algo que he compuesto para ti. Espero no haberte despertado- se giro buscando mis ojos y con su sonrisa de niño me dijo: - como con las palabras no es suficiente para expresarte lo que siento, quiero intentar expresártelo con mi música.-

Ya no pude aguantar más, le abrace muy fuerte y le bese poco a poco disfrutando de cada beso, de cada instante, de cada aliento, olvidándonos de todo. Toco la canción que había compuesto, y cerrando los ojos, disfrute de la canción, de la calidez de su presencia y de la sensación que me producía tenerle tan cerca. En ese momento, cogiéndome entre sus brazos y mirándome fijamente a los ojos me dijo: No quiero que esto acabe nunca, sin ti nada sería lo mismo, te quiero a mi lado ahora y siempre, te amo Lucia.

  

En ese momento no sabía cuánto duraría nuestro sueño, cuánto podría durar esa felicidad que me producía estar a su lado, ni si siempre seguiría significando tanto para mí, pero algo que sabía sin dudarlo un momento, es que ese día se quedaría grabado en mi memoria junto a la canción que él compuso.